Baumann indicó que la globalización dejaba un resultado claro, la globalización era para los ricos y la localización para los pobres. El concepto de “glocalización” que puso en marcha Robertson, tenía en esta explicación una consecuencia que, finalmente, fue muy discutida por diferentes autores.
Aunque se mantuvieran diferentes posturas, sobre todo Beck, todos incidían en un asunto que era el resultado del proceso global, el trabajo distribuido en diferentes centros, que lamentablemente no obedece a criterios únicamente técnicos -logística, capacidad, recursos humanos muy cualificados- sino más bien al mito del coste; o sea que para generar empleo, hay que bajar los costes y una solución es buscar/poner a disposición mano de obra barata. Así comenzamos a identificar -nos vendieron- globalismo por globalización.
Esta teoría, que en España defienden como dogma los ultraliberales, liberales y parte de la socialdemocracia, que con la inestimable colaboración de los medios de comunicación afines -y la proyección de ficciones que se viven en otros entornos- termina por imponerse. Pero como decía antes, sólo parte de la socialdemocracia “compra” esta teoría y yo diría que la mayor parte de la misma -sobre todo a partir del desastre de la crisis del 2007- más bien comienza a defender la globalización como un proceso que incluye todos los aspectos sociales, como la cultura, la religión, la justicia social…y no sólo la economía. Esta superación del concepto económico (globalismo en términos de Beck) nos hace mirar con cierta esperanza, que a esta crisis -al menos- hemos llegado con algunas ideas claras que supondrán un debate ideológico de calado, y no la sumisión a la que hemos asistido en los últimos años.
Quienes defendemos una globalización real tenemos claro que el orden económico no puede ser el centro del proceso global
“Si la riqueza se multiplica, habrá más para todos, dicen los optimistas”, como irónicamente y con mucha razón calificó Bauman a estas tesis, que nos han demostrado que el reparto bajo este formato es todo, menos equitativo. Quienes defendemos una globalización real, que incluya los derechos humanos, la justicia social, la justicia tributaria, el control del capital; por un lado; pero también la cultural, deportiva, social -en fin- tenemos claro que el orden económico no puede ser el centro del proceso global. A los hechos, nos remitimos. En este sentido, esta concepción de lo global, ahora nos permite diferenciar, ideológicamente, las posturas que vemos y discutimos.
El gobierno holandés -por poner un ejemplo actual frete a la crisis del coronavirus- defiende una postura globalista (y allí le siguen Alemania, Austria y otros países) en donde la economía es la que ha de primar sobre las demás ordenes, como la social, cultural, humanitaria, etc.; no es que las demás ordenes no existan, es que una prima sobre las otras. Esta posición, que defienden en España el PP, la podemos ver claramente reflejada en el artículo de El País domingo 12 “Levantémonos” de Cayetana Álvarez de Toledo en donde indica: “La salida que garabatea el Gobierno sí es infantil: más Estado y que lo pague la UE. Es la táctica del perfecto irresponsable: el blindaje de los derechos y la mutualización de las obligaciones…/…no es difícil decretar el lockdown más completo del mundo cuando el coste lo van a pagar otros.” Aquí podemos ver -destripar quizás- con precisión, la visión ultraliberal del globalismo; la economía por encima de todo.
Es aquí donde estará la madre de todas las batallas, ya que por fin tenemos batería ideológica frente al liberalismo para oponer ideas y -necesariamente- generar nuevas soluciones. Cundo digo que ahora sí tenemos batería, hago referencia a que hay espacio para visualizar otras tesis, producto del desgaste actual, ampliado al 1000% por la pandemia. En el discurso de la salida de la crisis, en concreto, están claramente representadas las dos visiones; en este sentido, vamos a verlo.
Para determinadas ideologías ultraliberales y populistas muy reconocibles en este momento, como Trump o Bolsonaro, parece que la economía es lo primero (o al menos, defienden el discurso globalista). Después de leer a Álvarez de Toledo, entiendo que esta visión está bien representada en el PP. Cuando oigo y leo el discurso del gobierno holandés, también podríamos reconocer esta visión. Y ¿por qué esta lucha tan fuerte por quienes defienden la economía o el globalismo (no así la globalización) por encima de las demás ordenes sociales?, porque así es más fácil seguir privatizando o fijando un modelo de Estado muy pequeño de cara al futuro. Esto es bastante evidente.
La defensa de esta ideología impide al PP hoy, comprometerse -en la salida de la crisis- a un blindaje de la sanidad pública. Preguntado hace unos días en el Congreso de los Diputados Pablo Casado, al respecto, no pudo comprometerse a ello.
En la salida de esta crisis tenemos la oportunidad de confrontar ideas -como digo- después de mucho tiempo. Por eso hay muchos escribiendo bulos, noticias falsas, comprando formatos en redes que generan ruido contra el gobierno, porque es muy duro decirle a la ciudadanía que, a pesar de la que está cayendo…cuando esto termine, ellos seguirán desmantelando la sanidad privada, la educación pública y las pensiones (y no me refiero al PP, sólo, sino al modelo de economía que defienden todos estos actores que, hasta ahora, han sido mayoría).
No hay que despistarse, estamos ante una salida completamente ideológica y lo iremos viendo cada día en los próximos meses
Es ahora la gran batalla ideológica. Si se imponen las tesis progresistas -escriben por todos los sitios sus seguidores, clientes y medios- esto será un desastre, pues habrá que pagar más impuestos. Vuelven a dejar claro su error, ya que resumen -nuevamente- todo, en la economía. Para aquellos que nos hacen confundir globalismo con globalización, sólo un matiz…los que queremos ampliar derechos y blindarlos, queremos ser responsables de lo que proponemos y, por ello, pedimos pagar ¡no más!, sino que pagar los impuestos que nos corresponden y no utilizar paraísos o dumping fiscales (como aún hoy permitimos en Europa).
El debate no es si lo hacemos bien, mejor o peor -en cualquier país de nuestro entorno, la oposición apoya y después pedirá explicaciones-; si usted se plantea que el gobierno lo está haciendo mal o bien, es que ha sucumbido al mensaje que nos quiere ocultar el verdadero problema. Si usted cree que el gobierno lo está haciendo mal o bien, no le vote cuando corresponda y haga lo mismo para el/la presidente/a de una Comunidad Autónoma o alcalde. Si el asunto es grave, el Parlamento tiene herramientas -como puede ser una moción de censura- para apartar a un Gobierno que no tuviera la mayoría de los apoyos en éste…; ¿pero -de verdad- es este el problema que enfrentamos?, yo creo que no.
Mientras más discutamos sobre esto o aquello, no entramos en el problema real, que por primera vez se vislumbra una caída en toda regla del capitalismo tal y como nos lo han pintado, y esto, como decía un Ministro de Economía del Partido Popular…”es el mercado, amigos”. No hay que despistarse, estamos ante una salida completamente ideológica y lo iremos viendo cada día en los próximos meses.
Carlos Morales. Nueva Tribuna. 15/04/2020
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